Los orígenes italianos de la sinfonía: de Nápoles a Milán

Los orígenes de la sinfonía clásica se adentran en los tiempos que las cronologías asignan aún al periodo Barroco. Ya desde la década de 1730 (o aún antes), una generación de compositores italianos consolidaron un género y un estilo orquestal que guarda mayores semejanzas con las sinfonías de Haydn o Mozart que con la de autores contemporáneos como Bach o Händel.

En esta entrada repasaremos los orígenes italianos de la sinfonía tomando como ejemplo diversas obras compuestas entre 1730 y 1750 por Giovanni Battista Pergolesi, Giovanni Battista Sammartini y Antonio Brioschi.

La sinfonía antes de Haydn

El término sinfonía deriva del griego «syn» (junto) y «phone» (sonido) y fue empleado durante el siglo XVII y buena parte del XVIII como un término comodín para referirse a cualquier tipo de composición polifónica, a menudo con una función multiusos o poco estandarizada y cuyas partes –vocales o instrumentales– asumieran una importancia similar (al contrario de lo que ocurre con la sonata o el concierto solista). A este respecto, podemos recordar tanto las «sinfonías sacras» de Giovanni Gabrieli y Heinrich Schütz como las quince «sinfonías a tres voces» de Johann Sebastian Bach. Las de Gabrieli y Schütz son una especie de motetes en estilo «moderno» con coros vocales e instrumentales y las segundas son obras para tecla a tres voces que, por su carácter didáctico, no son equiparables a ningún género «práctico».

A su vez, hasta que el término «sinfonía» no se impuso durante el último tercio del siglo XVIII para referirse a las composiciones orquestales en tres o cuatro movimientos, el término sinfonía coexistió con otros términos —como obertura, parthia, sonata, divertimento, casación, notturno o serenata— utilizados igualmente para referirse a este tipo de obras (Mary Sue Morrow, «Historiography of the Eighteenth-Century Symphony», The Symphonic Repertoire, vol. 1, 2012).

Orquesta en una miniatura de Le Insignia degli Anziani Consoli (vol. XIII, c. 156, 1742, Bolonia, Archivio di Stato).

La historiografía más tradicional ha estado sesgada por un concepto de «sinfonía» derivado de la práctica de la «trinidad» vienesa —Haydn, Mozart y Beethoven— y sus ulteriores desarrollos, llegando en ocasiones a considerar a Haydn el «padre» de la sinfonía y a los desarrollos previos como una «prehistoria» del género. Compendios algo más informados han trazado una línea evolutiva de la sinfonía del siglo XVIII que se extiende al menos una treintena de años más atrás a través de una línea imaginaria que abarca aproximadamente desde Sammartini hasta Beethoven:

SammartiniStamitzHaydnMozartBeethoven

El principal problema que afecta a la historiografía de la sinfonía del siglo XVIII es, en realidad, su vastedad y el hecho de que la mayor parte de su repertorio –que Jan LaRue acumula en su catálogo hasta más de 13.000 obras– haya sido prácticamente desconocido hasta fecha reciente y aún siga siendo, en su mayor parte, casi inaccesible al estudio y a la interpretación (A Catalogue of 18th-Century Symphonies, Indiana University Press, 1989). Eso quiere decir que el concepto de sinfonía clásica mayoritariamente en circulación se ha fundado sobre un repertorio –las sinfonías de Haydn, Mozart y Beethoven– que apenas representa el 1% del total catalogado.

El conocimiento acumulado sobre la sinfonía temprana durante las últimas décadas ha cambiado el panorama previo y exige, hasta cierto punto, desterrar concepciones muy arraigadas acerca de lo que es una sinfonía. Estas concepciones se basan, por lo general, en el modelo de pieza de concierto moldeado por la tradición en torno a las figuras del Clasicismo tardío: esto es, una obra orquestal de cuatro movimientos y entre 20 y 30 minutos de duración destinada a la sala de conciertos. Por el contrario, en sus orígenes la sinfonía fue por lo general una composición generalmente breve –entre 5 y 10 minutos– y de uso polivalente.

Así, aunque la función originaria de la sinfonía orquestal fue la de servir de obertura de ópera seria italiana, a lo largo del siglo XVIII se emancipó y se empleó —a menudo indistintamente— de muy diversas formas: como obra de apertura y/o cierre de conciertos sacros, obertura o interludio de piezas teatrales, para solemnizar actos cívicos de diversa índole e incluso –en los países católicos del Sur de Europa– para acompañar determinados momentos de la misa, generalmente el gradual, el ofertorio, la comunión y la elevación (Mary Sue Morrow, «Eighteenth-Century Viewpoints», The Symphonic Repertoire, vol. 1, 2012).

La sinfonía en Italia en el siglo XVIII

La sinfonía temprana, tal como la trataremos en este apartado, se refiere a un género musical orquestal autónomo –es decir, no compuesto como parte de una ópera u otra obra de mayores proporciones– distribuido en tres o cuatro movimientos que utilizan, en su mayor parte, procedimientos de sonata.

La sinfonía así entendida tiene su origen en Italia a partir –principalmente– de la tradición de la sinfonía operística, aunque algunos especialistas han señalado influencias de otros géneros, como el concerto ripieno, o el concerto grosso, originados todos ellos hacia finales del siglo XVII.

La sinfonía de ópera, estructurada por lo general en tres breves movimientos rápido-lento-rápido y escrita para orquesta de cuerda a cuatro (violines I y II, violas y bajos) y ocasionalmente reforzada con instrumentos de viento-madera o viento metal, fue establecida por Alessandro Scarlatti sentando el esquema del cual se nutrirá la ópera seria de todo el siglo XVIII. Por su parte, el concerto ripieno es una modalidad de concierto sin solistas cuya paternidad se atribuye a Giuseppe Torelli y el concerto grosso una modalidad con un trío solista y un tutti de cuerdas atribuido generalmente a Arcangelo Corelli.

Con respecto a este último género cabe señalar que la sinfonía cubrió muchas de las funciones que anteriormente suplió el concerto grosso, género con el que coexistió y al que finalmente destronó como pieza orquestal multiusos.

El corpus más antiguo de sinfonías italianas de concierto se engloba en lo que la tradición historiográfica ha bautizado como la Escuela milanesa, cuyo repertorio más temprano está representado principalmente en varios volúmenes manuscritos incluidos en los Fondos Machelon de la Biblioteca Nacional de Francia, datados en ca. 1740-44 y cuyo contenido (250 sinfonías y triosonatas y 50 conciertos) corresponde a obras compuestas principalmente durante la década de 1730. Este fondo incluye 16 de las cerca de 70 sinfonías de Giovanni Battista Sammartini y 26 de las 51 de Antonio Brioschi, los principales representantes de esta escuela junto con Andrea Zani, quien por su parte es autor de las sinfonías impresas más antiguas conocidas, las seis Sinfonie da camera, op. 2, publicadas en 1729.

1. Sinfonía de L’Olimpiade de G. B. Pergolesi (Bayerische Staatsbibliothek, Múnich Mus. ms. 142)

Sinfonía de L’Olimpiade de Pergolesi (Bayerische Staatsbibliothek, Múnich Mus. ms. 142).

La sinfonía de concierto procede de las oberturas de los compositores de ópera de la órbita napolitana –denominadas indistintamente «oberturas» o «sinfonías»–, dispuestas en tres secciones: rápido-lento-rápido. Hacia la década de 1720, las sinfonías de ópera abandonaron progresivamente sus texturas fugadas y relajaron su ritmo armónico, centrando al mismo tiempo el impulso rítmico a la repetición de notas en el bajo. Leonardo Vinci –y después Nicola Porpora, Leonardo Leo y Alessandro Scarlatti– lideraron este cambio estilístico, que también se vio acompañado de los dramáticos efectos mediante el empleo de escalas rápidas, unísonos y crescendi obtenidos mediante el engrosamiento de la orquestación que serían imitados por los compositores de la Escuela de Mannheim. La instrumentación, además, solía incorporar maderas y metales, además de la base de cuerdas.

La década de 1730 dio un paso más en la progresiva generalización del empleo de formas binarias en cada uno de los movimientos de las sinfonías de ópera, que asumirán rasgos similares a la forma de sonata, en sustitución de las formas de concierto de la etapa anterior. La sinfonía operística estándar de estas dos décadas comienza con un Allegro en Re mayor (en forma fugada, en forma de concierto o en forma binaria), un movimiento lento en Re menor o modulante con carácter de transición y un final en Re mayor, más proclive que los anteriores al empleo de repeticiones y con rasgos de minueto (Marita Petzold McClymonds, «The Italian Opera Sinfonia 1720 to 1800», The Symphonic Repertoire, vol. 1, 2012).

La obertura/sinfonía de la ópera L’Olimpiade de Pergolesi confirma muchos de estos rasgos: el primer movimiento (en Re mayor) tiene forma binaria sin repeticiones, cuenta con Desarrollo y Recapitulación en la segunda parte, pero no tiene dos temas diferenciados entre sí; el segundo movimiento (en Re menor) es una forma binaria sin repeticiones y sin desarrollo que utiliza la tonalidad relativa de Fa mayor como tonalidad secundaria; el tercer movimiento es una forma binaria con repeticiones en compás ternario, la forma se asemeja a un periodo binario (antecedente/ consecuente) sin cambio de tonalidad.

[1. Allegro]| Re → La | (mod) Re |Forma binaria sin repeticiones
Con desarrollo
2. Andante ma non tanto| Rem → Fa | Fa → Rem |Forma binaria sin repeticiones
Sin desarrollo
[3. Minueto]||: Re → V :||: Re → I :||Forma binaria con repeticiones
Sin desarrollo ni cambio de tonalidad
Estructura de los movimientos de la sinfonía de L’Olimpiade de G. B. Pergolesi.


2. Sinfonía en Sol mayor de G. B. Sammartini (BnF, Fondos Blancheton, op.3)

Giovanni Battista Sammartini es uno de los compositores más conocidos y más divulgados de este periodo. De origen probablemente milanés, ejerció como músico de iglesia gran parte de su vida, atendiendo las necesidades de diversas sedes milanesas: Sant’ Ambrogio, San Fedele y la capilla ducal de San Gotardo. Su música se ha conservado en más de 95 fuentes distribuidas en Europa, los Estados Unidos y Bolivia, lo cual da una idea de su extraordinaria difusión.

Dado su cargo, Samamartini debió escribir mucha música sacra, aunque la que se ha conservado es muy escasa. Sus sinfonías, en cambio, fueron tan célebres y difundidas que algunas de ellas plantean problemas acerca de su autenticidad, dado el afán de copistas y editores por hacer pasar por suyas obras de autores menos conocidos. Aún con estas dudas, se le considera autor de 67 sinfonías confirmadas y otras 11 de atribución dudosa (en total, 78), que le confirman como el autor italiano más prolífico en este género. Su producción conocida se extiende a lo largo de un periodo de cuarenta años (entre 1732 y 1772) divididos en tres periodos (Bathia Churgin, «Giovanni Battista Sammartini», The Symphonic Repertoire, vol. 1, 2012):

  • El primer periodo (hasta 1740) es el recogido en los Fondos Blacheton y otras fuentes menores e incluye 18 sinfonías cuyos estilos difieren enormemente, en el sentido de que algunas obras muestras rasgos barrocos y otras rasgos inconfundiblemente clásicos. La instrumentación es para cuerda sola, a tres o cuatro partes y las tonalidades empleadas son mucho más variadas que las utilizadas en las sinfonías operísticas).
  • El segundo periodo (entre 1740 y 1758) incluye 37 sinfonías y quizá las 11 de atribución dudosa. Son las más difundidas de este compositor. En ellas, desaparece la escritura de cuerda a tres partes y muchas de las sinfonías tienen refuerzos de dos trompetas o de dos trompas, con una de ellas con dos oboes y dos trompas. La estructura continua siendo preferentemente en tres movimientos, aunque el minueto final suele ser más largo. Durante este periodo (entre 1737 y 1741) Sammartini ejerció probablemente profesor de Christoph Willibald Gluck, que tomó prestados un par de temas de obras del maestro para sus oberturas.
  • El tercer periodo (desde 1758 hasta 1772) incluye 12 sinfonías. La mayoría de estas obras de han conservado en copias únicas, lo cual sugiere que no alcanzaron la difusión de las anteriores. Todas estas obras incluyen dos oboes y dos trompas, además de la cuerda, y alguna de ellas incluye una segunda parte de viola o divide los bajos entre contrabajos y violonchelos. Los movimientos son más largos y la forma sonata es utilizada en la mayor parte de ellos.

La Sinfonía en Sol mayor J-C 39 pertenece al primer periodo, consta de cuatro movimientos y está escrita para cuerda en cuatro partes (violines I y II, violas y bajos). Salvo el movimiento lento (Grave), que es breve de carácter transicional como ocurre en numerosos conciertos barrocos, los tres movimientos restantes utilizan diversas formas binarias. El primer movimiento de ellas (Allegro ma non tanto) en una forma de sonata completa, con temas A y B diferenciados, desarrollo modulante y recapitulación de los dos temas.

El tercer movimiento (Allegro assai) es una forma binaria con repeticiones y desarrollo modulante diferenciado, pero monotemática: el tema principal se expone durante la primera sección, primero en la tonalidad principal y después (tras una breve transición) en la tonalidad de la dominante, y lo hace al revés durante la segunda sección; en primer lugar en la tonalidad de la dominante y (tras el desarrollo), en la tonalidad principal.

||: A(I) tran. A(V) :||: A(V) des. A(I) :||

El movimiento final es un minueto con repeticiones variadas. Se trata de una forma binaria pura pues la primera sección actúa como antecedente y la segunda como consecuente, sin que pueda diferenciarse un tema B autónomo.

1. Allegro ma non tanto||: Sol → Re :||: (mod) Sol :||Forma sonata completa con repeticiones
2. Grave| (mod.) Semicadencia |Transicional
3. Allegro assai||: Sol → Re :||: Sol (mod) Sol :||Forma sonata monotemática con repeticiones
4. Minuetto: Variatione||: Sol → Re :||: (mod.) Sol :||Forma binaria con repeticiones variadas
Con breve desarrollo
Estructura de los movimientos de la Sinfonía en Sol mayor J-C 39 de G. B. Sammartini.

Giovanni Battista SammartiniSinfonía en Sol mayor J-C 39 – 1. Allegro ma non tanto [ca.1736].


Giovanni Battista SammartiniSinfonía en Sol mayor J-C 39 – 3. Allegro assai [ca.1736].


3. Sinfonía en Re mayor de Antonio Brioschi (ULB Darmstadt, Mus Ms 121-2)

Antonio Brioschi es quizá el compositor italiano que más sinfonías compuso antes de 1750. Poco se sabe de este compositor, que pudo nacer entre las décadas de 1690 y 1700 y que pudo morir a principios de la década de 1750. Se sabe que una de sus sinfonías fue usada por la comunidad judía de Casale Monferrato para sus ceremonias litúrgicas en octubre de 1733, y el único texto que lo nombra se refiere a él como poseedor «del buen gusto de Martino [Sammartini]», además de como uno de los compositores más famosos y apreciados de Milán.

Sus 51 sinfonías alcanzaron, no obstante, una gran difusión, y se conservan en cuarenta bibliotecas de Europa y los Estados Unidos, la mayor parte de ellas en París (fondos Blancheton), Praga, Estocolomo y Darmstadt, así como en diversas ediciones impresas realizadas en París y Londres entre 1740 y 1760.

Sus obras están dispuestas generalmente en tres movimientos –rápido, lento, rápido– y escritas para cuerda a cuatro partes. Brioschi ha llamado la atención durante las últimas dos décadas debido a la riqueza de su estilo sinfónico, caracterizado por una escritura polifónicamente más rica –especialmente gracias al entrelazamiento de las partes de violín primero y segundo– y con secciones de desarrollo más extensas, que alcanzan hasta un tercio de la forma de sonata, ocupando por tanto lo mismo que la exposición o el desarrollo (Sarah Mandel Yehuda, «Giovanni Battista Sammartini», The Symphonic Repertoire, vol. 1, 2012).

Su Sinfonía en Re mayor de la Biblioteca Universitaria de Darmstadt como Mus Ms 121-2 es una de las diez conservadas en esta biblioteca (cuatro de ellas en esta misma tonalidad) e ilustra muchas de las características antedichas. Su primer movimiento es una forma de sonata completa con repeticiones y un desarrollo extenso con una importante sección en Si menor.

El segundo movimiento (en La mayor) es una encantadora forma binaria con repeticiones con rasgos eminentemente clásicos, como el unísono que cierra el tema principal (02:51 y 04:22) o la inserción del acorde de sexta aumentada (04:57) poco antes del final.

El tercer movimiento es una breve forma sonata completa con repeticiones y que cuenta igualmente con idiomáticos unísonos (05:46 y 06:45) y breves secciones imitativas (06:34) y en hoquetus (07:03) que prestan una singular variedad de texturas a este movimiento.

1. Allegro||: Re→ La :||: (mod) Re :||Forma sonata completa con repeticiones
2. Largo||: La→ Mi :||: Mi→ La :||Forma binaria con repeticiones
(el vídeo no repite la segunda parte)
3. Presto||: Re→ La :||: (mod) Re :||Forma sonata completa con repeticiones
(el vídeo no repite la segunda parte)
Estructura de los movimientos de la Sinfonía en Re mayor (ULB Darmstadt Mus Ms 121-2) de A. Brioschi.

Antonio BrioschiSinfonía en Re mayor (ULB Darmstadt, Mus Ms 121-2) [ca. 1750].


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